miércoles, agosto 17, 2005
Las maras: globalización de la violencia | Autor/a: Ernesto de la Serna
Preocupante la noticia de la matanza entre mareros (pandilleros) ocurrida simultáneamente en cuatro prisiones de Guatemala, y que de momento ha dejado 35 víctimas mortales. Ya es malo que en una cárcel los reclusos se peleen entre sí hasta matarse. Pero en este hecho concurren varios factores muy graves: por un lado, que algo así ocurra de manera coordinada en cuatro centros distintos habla de una capacidad organizativa más que inquietante, con teléfonos móviles a disposición de los cabecillas de cada grupo, con instrucciones perfectamente dirigidas desde el exterior, con planes calculados al dedillo, incluso se habla de policías y funcionarios implicados. ¿Cómo es posible, si no, que en centros carcelarios los presos hayan podido acceder a machetes, pistolas y hasta granadas de asalto.?
Ahora, las autoridades temen las represalias y venganzas. Miembros de la Mara 18 (la atacada) han dejado claro que las muertes de sus compañeros no quedarán impunes. “Los de la mara Salvatrucha rompieron el pacto [de no agresión], y ahora deben atenerse a las consecuencias”, decía un marero a la prensa. “Sabemos quiénes fueron, y nuestra venganza empezará con sus familiares, luego seguirán ellos”, aseguraba otro. El temor, como ha expresado la Procuraduría de los Derechos Humanos, es que esta escalada de violencia se reproduzca fuera de los muros de las cárceles, en las calles.
Algunos analistas apuntan que puede haber intereses mayores, incluso políticos, detrás de estos luctuosos hechos. En un país como Guatemala, con una tremenda inestabilidad política y con una cultura de la violencia muy instaurada entre la población tras los casi cuarenta años de cruel guerra interna, no sería de extrañar. El diario Prensa Libre llega a afirmar en su editorial que “todo apunta a que los mareros se han convertido en una especie de Estado dentro del Estado guatemalteco”, un colectivo cada vez más poderoso y cada vez más influyente.
Lo que es seguro es que el hecho no debe analizarse únicamente como un problema interno de Guatemala. Lo que comenzó siendo un fenómeno de pandillas aisladas de delincuentes, ha ido poco a poco convirtiéndose en un fenómeno globalizado. Las maras Salvatrucha y M18 tiene presencia no sólo en Guatemala, sino en prácticamente toda Centroamérica, México e incluso ciudades de Estados Unidos como Los Ángeles. Y si al principio se dedicaban fundamentalmente a asaltos y extorsiones, cada vez están más involucradas en secuestros, en tráfico de drogas y de armas, en delitos a gran escala. Son grupos que controlan mucho dinero y cada vez acumulan más poder.
Conozco personas de Guatemala que me dicen que en España no deberíamos estar tranquilos. La mara Salvatrucha empezó poco más o menos como están empezando los Latin Kings en España, y han ido creciendo hasta alcanzar su actual cuota de poder. Yo les digo que aquí no será lo mismo. Pero cada vez lo digo con la boca más pequeña....
PD. En otro orden de cosas, qué lástima me da que siendo Guatemala un país tan fascinante y hermoso, sólo aparezca en los medios españoles cuando suceden hechos como éstos.
Ahora, las autoridades temen las represalias y venganzas. Miembros de la Mara 18 (la atacada) han dejado claro que las muertes de sus compañeros no quedarán impunes. “Los de la mara Salvatrucha rompieron el pacto [de no agresión], y ahora deben atenerse a las consecuencias”, decía un marero a la prensa. “Sabemos quiénes fueron, y nuestra venganza empezará con sus familiares, luego seguirán ellos”, aseguraba otro. El temor, como ha expresado la Procuraduría de los Derechos Humanos, es que esta escalada de violencia se reproduzca fuera de los muros de las cárceles, en las calles.
Algunos analistas apuntan que puede haber intereses mayores, incluso políticos, detrás de estos luctuosos hechos. En un país como Guatemala, con una tremenda inestabilidad política y con una cultura de la violencia muy instaurada entre la población tras los casi cuarenta años de cruel guerra interna, no sería de extrañar. El diario Prensa Libre llega a afirmar en su editorial que “todo apunta a que los mareros se han convertido en una especie de Estado dentro del Estado guatemalteco”, un colectivo cada vez más poderoso y cada vez más influyente.
Lo que es seguro es que el hecho no debe analizarse únicamente como un problema interno de Guatemala. Lo que comenzó siendo un fenómeno de pandillas aisladas de delincuentes, ha ido poco a poco convirtiéndose en un fenómeno globalizado. Las maras Salvatrucha y M18 tiene presencia no sólo en Guatemala, sino en prácticamente toda Centroamérica, México e incluso ciudades de Estados Unidos como Los Ángeles. Y si al principio se dedicaban fundamentalmente a asaltos y extorsiones, cada vez están más involucradas en secuestros, en tráfico de drogas y de armas, en delitos a gran escala. Son grupos que controlan mucho dinero y cada vez acumulan más poder.
Conozco personas de Guatemala que me dicen que en España no deberíamos estar tranquilos. La mara Salvatrucha empezó poco más o menos como están empezando los Latin Kings en España, y han ido creciendo hasta alcanzar su actual cuota de poder. Yo les digo que aquí no será lo mismo. Pero cada vez lo digo con la boca más pequeña....
PD. En otro orden de cosas, qué lástima me da que siendo Guatemala un país tan fascinante y hermoso, sólo aparezca en los medios españoles cuando suceden hechos como éstos.