sábado, agosto 20, 2005

Debate de la semana. Renta Básica Universal: Argumentos a favor y en contra | Autor/a: Jessica

En RP hemos puesto en marcha una iniciativa conjunta: los debates de grupo. Si todo va según lo previsto, cada semana varios autores de RP expondrán sus puntos de vista sobre unos temas propuestos previamente en la red interna, sobre el que habrán tenido tiempo de profundizar y trabajar, ya sea en grupos o individualmente. El primero de ésta serie de debates es el que tiene por tema la Renta Básica Universal.

La renta Básica Universal (RBU) consiste en una paga no contributiva (exenta de impuestos) de 5.400 € anuales que el Estado asigna al ciudadano, en concepto de ciudadanía, independientemente del nivel de ingresos, el patrimonio, o la actividad económica (asalariado, empresario, desempleado, jubilado, estudiante...), y sin exigir nada a cambio.

Para los menores de edad, ésta paga se reduce a 2.700€ anuales.
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ARGUMENTOS A FAVOR (Por Enrique Castro)
http://enriquecastro.blogspot.com/

El eje que ha caracterizado el pensamiento socialista, junto con el de la libertad, ha sido la pasión por la igualdad. Los sistemas de protección social, los sistemas tributarios y las políticas dirigidas a los servicios básicos universales (educación, sanidad, pensiones) son instrumentos de extensión de la prosperidad a los que los socialistas democráticos no queremos renunciar porque han sido, por ejemplo en nuestro país, herramientas básicas de nuestros gobiernos para mejorar la distribución de la renta entre los españoles. Pero también la regulación del mercado de trabajo juega un importante papel en las posibles acciones encaminadas a la igualdad.

Garantizar socialmente la cobertura de las necesidades básicas al conjunto de la población es algo justo y posible en sociedades avanzadas como la nuestra. Pero, además, desde un punto de vista socialdemócrata, es condición necesaria para que exista una verdadera libertad individual de elección.
Esa vinculación entre el ejercicio de la libertad democrática y la cobertura, mediante políticas redistributivas, de unos mínimos vitales para todos los individuos, explica el sentido último del Estado de Bienestar, puesto en pie por la socialdemocracia en toda Europa y en España a partir de los años ochenta, con las políticas desarrolladas por los gobiernos socialistas.

Pero la defensa inequívoca del Estado de Bienestar no puede desconocer cuáles son los problemas que han de afrontar en el futuro los sistemas de la Seguridad Social.

Aunque existen dificultades para definir, en cada momento histórico, el concepto de necesidades básicas y cuál debe ser el nivel mínimo de prestación, está hoy aceptado que entre las mismas se incluye: educación pública, gratuita y obligatoria; sistema sanitario universal y gratuito; sistema público de pensiones contributivas y sistema asistencial; acceso a una vivienda digna; pensiones no contributivas y subsidios de desempleo, junto a algunas políticas de rentas mínimas de inserción y servicios sociales básicos. Políticas que no han de ser condicionadas por planteamientos meramente economicistas, ya que se trata de derechos básicos constitucionales que en forma alguna se pueden someter al mercado en particular. En ese sentido, la mejora de las pensiones mínimas constituye una necesidad de la política social española.

Garantizar, a medio plazo, un acceso equitativo de todos los ciudadanos a una renta básica es una legítima aspiración para aquellos que creemos en la necesidad de construir una sociedad justa, en la que la libertad individual para desarrollar un proyecto de vida no esté coartada por carencias de medios económicos. En los casos en que el mercado provea de la misma, el Estado debe respetarla excluyéndola de la imposición personal. En aquellos otros en que esto no sea así y se generen situaciones de necesidad, el Estado garantizará que ningún ciudadano perciba una renta inferior a la renta básica ciudadana. Pero una política de rentas mínimas no debe significar el abandono del objetivo del pleno empleo, ni desincentivar la búsqueda del empleo.


Una política de este tipo, orientada a ampliar el acceso equitativo de todos al ejercicio de los derechos de ciudadanía, significa una profunda reordenación de muchas de las actividades actuales del Estado y muchas de sus prestaciones ya existentes. Tendrá, sin duda, un efecto beneficioso contra la pobreza y la exclusión social, aunque no sea el único instrumento para combatirlas.
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ARGUMENTOS EN CONTRA (por Carmen y Jéssica)
http://www.fernandezaguilar.com/bitacarmen/bitacora.asp
http://muchoquedecir.blogspot.com/

Efectos sobre el mercado laboral y sobre la inflación

Para empezar, cuando uno establece una medida del tipo de la RBU está desincentivando el trabajo. Por un lado, porque habrá gente (agrupada familiarmente) que reciba varias rentas y decida quedarse en casa viviendo del Estado en vez de continuar en su puesto de trabajo. Y por otro, a los ciudadanos que continúen trabajando se les retirará un 57% de su sueldo en concepto de IRPF, y esto nos lleva a la triste realidad de que un ciudadano racional no continuará acudiendo a su puesto de trabajo para trabajar 7 meses para los demás y 5 para su propio beneficio. Sin contar con que si le restamos a un sueldo bajo el 57%, el resultado no es precisamente un incentivo al trabajo, sobre todo si el Estado le da dinero por existir. El resultado es un aumento escalofriante del nivel de desempleo.

Cuando la oferta de trabajo se reduce, la oferta en el mercado de bienes se reduciría de igual modo; lo que derivaría en una reducción de la demanda monetaria, que conllevaría un incremento de los precios, que, mantenido en el tiempo, y en ausencia de mecanismos de incentivo del ahorro como el tipo de interés (en manos del Banco Central Europeo), se traduciría en un proceso inflacionista que devolvería el mercado de bienes y servicios prácticamente a su estado anterior a la entrada en vigor de la RBU.

Puesto que hay menos mano de obra disponible, al haber mucha menos gente dispuesta a trabajar, los empresarios se verían obligados a aumentar los salarios ofrecidos para motivar a los trabajadores a reincorporarse al mercado laboral o continuar en él. Éste incremento de los salarios es equivalente a un aumento de los costes de producción y, como tal, se traduciría en un aumento de los precios de bienes de consumo y servicios, es decir, la escasez de mano de obra provocaría una mayor inflación.

Por todo esto, el objetivo de garantizar la subsistencia a toda la población no se vería satisfecho, ya que el reajuste inflacionista impediría que esto ocurriera.

Cuando se planifican medidas políticas para garantizar la subsistencia de toda la población, la idea debería basarse en facilitar que los ciudadanos tengan acceso al mercado laboral con garantías, no en cómo desmotivar su esfuerzo, ya que el Estado no es un ente que fabrique el dinero, sino que se nutre de la riqueza que se crea en el país, y para que esta riqueza exista hace falta trabajo, riesgo y libertad.

Además, dado que la RBU es un sueldo asignado al ciudadano por el mero hecho de ser ciudadano, en concepto de ciudadanía e independientemente de su actividad económica (asalariado, desempleado, jubilado, estudiante...) y sin contraprestaciones, podemos deducir que se producirá una relajación en las previsiones individuales de futuro, desincentivando el ahorro e incentivando el consumo. Si bien el incentivo del consumo, a simple vista, puede parecer una medida adecuada para dinamizar la economía, no lo es tanto en el contexto en el que estamos hablando.

Ética y justicia social de la Renta Básica Universal

Por otra parte, está la ética del proyecto. Hemos dicho que un porcentaje considerable de ciudadanos no necesitaría trabajar al tener cubiertas por el Estado de manera automática sus necesidades básicas. Desde nuestro punto de vista, no es justo que aquéllas personas que, pudiendo trabajar, no desean hacerlo (pues no estamos hablando de personas incapacitadas o expulsadas del propio mercado laboral por cualesquiera motivos ajenos a su voluntad), sean mantenidas por aquel sector de la población productora que voluntariamente decide continuar trabajando. La “justicia” de mantener, obligatoriamente y sin contraprestaciones, con el trabajo de la población ocupada al resto de los ciudadanos creemos que es inexistente.

Esta medida no promueve la justicia social, sino que pena el trabajo, y actúa en detrimento del nivel de vida de la clase que conforma la gran mayoría de la sociedad, la clase media.

Efectos sobre la economía sumergida y la iniciativa empresarial

En nuestro país, el volumen de la economía sumergida asciende a un 21%; y esta enorme cifra aumentaría con el establecimiento de un tipo impositivo del 57%. Con lo que la RBU sería insostenible porque la recaudación tributaria no aumentaría lo necesario como para que el Estado pudiera asumir los costes de la medida.

El aumento de los costes de producción (provocado por la caída de la oferta de empleo) conllevaría la deslocalización de la producción hacia países con costes laborales más competitivos, y esto provocaría la salida de capital hacia el extranjero. Por no hablar de los costes que la pérdida de productividad y empleo tendría en el PIB, ya que esta variable resulta de los efectos de producción y empleo, y si el PIB de un país no mejora no hay crecimiento económico.

Otra de las repercusiones indeseables de la RBU la tenemos en el precio de la vivienda, que ya en los últimos años ha venido representando un importante problema para los ciudadanos, y que aumentaría aún más, debido a que habría más ciudadanos con ingresos que les permitiesen hipotecarse para adquirir una vivienda en propiedad, y cuando hay mucha demanda los precios se disparan.

Exclusión social

Los efectos de la RBU sobre la exclusión social serían nocivos. Se crearía un sentimiento de rechazo por parte de los asalariados hacia la población que sin trabajar viviera de su trabajo, lo que provocaría una brecha social difícil de superar.

Desde las posiciones favorables a la RBU se sostiene habitualmente que la implantación de ésta Renta de subsistencia tendría efectos beneficiosos sobre la exclusión social, eliminando bolsas de pobreza extrema, así como los incentivos para delinquir de los sectores más desfavorecidos que no ven otra alternativa para subsistir que mendigar o robar. Pero esto no es cierto: en primer lugar, por los efectos que la RBU tendría sobre la inflación, y que se han comentado anteriormente. Pero en segundo lugar, de lo que se está hablando es de penalizar y destruir el empleo (por ejemplo: vigilancia de seguridad privada), e incentivando al delincuente para que tenga menos motivos para serlo. Es decir: se están premiando las actitudes delictivas y parasitarias. Por no decir que plantear que con una renta de subsistencia la pequeña delincuencia desaparecerá como por arte de magia es casi utópico.

Independencia de la mujer y de los jóvenes

Desde nuestro punto de vista la independencia de la mujer respecto al marido debe conseguirse a través de políticas que faciliten el acceso de la mujer al mundo laboral en igualdad de condiciones.

Los partidarios de la RBU suelen argumentar que con un salario mínimo garantizado, se lograría la conciliación de la vida laboral y familiar, permitiendo a la persona acortar si lo desea su jornada laboral sin que su nivel de ingresos se resienta drásticamente. Esto sería así si con la implantación de la medida los precios permanecieran estables, pero hemos visto más arriba que la inflación se dispararía, por lo que la renta adicional que proporcionaría la RBU se vería rápidamente ahogada por la subida de precios.

Por lo tanto, ésta medida no facilitaría ni la independencia de la mujer ni la conciliación de la vida familiar y laboral, ni la independencia juvenil. De hecho, tendría efectos nocivos sobre este último punto, ya que aunque se dice que, al tener garantizado el mínimo de subsistencia, los jóvenes no necesitan claudicar ante un empleo precario y pueden concentrar sus esfuerzos en su formación, esto no es cierto, porque lo que se transmite con ésta medida es que no es necesario el esfuerzo, por lo que tampoco es necesario un alto grado de formación (percepción aumentada, además, por la escasez de mano de obra dispuesta a trabajar, y los altos salarios a la que sí está dispuesta a renunciar a una parte de su tiempo libre).

Educación y formación

Por último, creemos que no se han desarrollado suficientemente bien los efectos que tendría la implantación de ésta renta básica sobre los menores de edad: ¿es sano para un niño o un adolescente, recibir una paga de 225 € mensuales? Yo creo que no. Demasiado dinero en manos de un niño puede ser peligroso. Imaginemos la posición de los padres: si ya es difícil educar a un niño en los valores del trabajo bien hecho, el esfuerzo personal y la autosuperación, pongámonos en la situación de unos padres que se ven imposibilitados de premiar el esfuerzo de su hijo con una paga, lo que se llamaba “la semanada”.

La “semanada” o la paga, sirve para que los niños, desde pequeños, aprendan que el dinero no nace en los árboles, que ganarlo cuesta un esfuerzo y unas obligaciones que cumplir, y que si deseas algo que está fuera de tus posibilidades tienes que aprender a ahorrar y pensar en el futuro. Si el Estado usurpa la función didáctica de la tradicional “semanada” con la renta básica sin exigir obligaciones a cambio, ¿qué valores está transmitiendo? Si ya de por sí era difícil castigar a un hijo sin “semanada”, al suprimir ésa herramienta el Estado está interfiriendo, para mal, en la educación de los hijos, al transmitirles unos valores erróneos como el consumismo desenfrenado, la nula visión de futuro, lo innecesario del ahorro en el presente y el poco esfuerzo personal.

CONCLUSIONES

De todo lo dicho anteriormente, se deduce que la implantación de la RBU tendría efectos desastrosos sobre la economía y sobre la sociedad, tanto a corto como a largo plazo:


  • Desincentivando el ahorro
  • Aumentando el paro al desincentivar el trabajo asalariado
  • Al haber menos gente dispuesta a trabajar, los empresarios deberían aumentar los salarios, aumentando con ello los costes de producción
  • Aumentando la inflación hasta el punto de hacer prácticamente invisibles los efectos que se pretenden en cuanto a renta mínima de subsistencia
  • Provocando una brecha social entre “productores” y “mantenidos” (no parados en contra de su voluntad, sino ciudadanos que aún pudiendo trabajar no desean hacerlo), por lo que la “justicia” de ésta medida es nula.
  • Penalizando el trabajo e incentivando las conductas parasitarias o incluso delictivas
  • Debido a la inflación y el encarecimiento del coste de la vivienda, no lograría la pretendida conciliación familiar, ni la reducción de las jornadas labores, ni la independencia juvenil
  • No mejoraría la educación, al usurpar el Estado una de las funciones didácticas más importantes de los padres: la educación de los hijos en la conciencia del ahorro, del consumo consciente en contra del consumo compulsivo, e interfiriendo en las expectativas de futuro.
  • Tampoco mejoraría globalmente el nivel de formación y especialización tecnológica, al no ser percibido como algo necesario, dada por un lado la escasez de mano de obra y por otro la no necesidad de trabajar para subsistir.


  • En CONCLUSIÓN, la implantación de la Renta Básica de Universal provocaría el colapso de la economía y la inculcación de malos hábitos de consumo, ahorro y esfuerzo para las nuevas generaciones. Estamos hablando del hundimiento del país en poco tiempo.

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    MÁS ARGUMENTOS EN CONTRA (Por Gulliver)
    http://cronicasdebarbaria.blogspot.com/

    La máxima anarcocomunista, «de cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades», viene especialmente bien para hablar de la renta básica universal, pues su filosofía es garantizar a cada uno un mínimo vital con el que satisfacer al menos las necesidades básicas. El problema viene con la primera parte de la máxima. No sólo no podemos garantizar que cada uno aporte según su capacidad, sino que la renta básica podría empeorar las cosas. Echemos a volar la imaginación en un país con renta básica universal.

    Agus coge cada año su renta básica y se la lleva a Santo Domingo y, al cambio de moneda, vive allí sin trabajar como un rey con una mulata en cada brazo. Bartolo está casado y tiene dos hijos. Su familia vive muy decentemente con sus 16200 euros anuales (*) de renta básica en Orense, en el pueblo de sus abuelos. Ha decidido que viven bien y que no necesita trabajar. Eso sí, de vez en cuando hace chapucillas por la zona para redondear sus ingresos que no declara a hacienda. Casimiro acabó la universidad hace tres años y desde entonces lleva dadas tres vueltas al mundo con el dinero de su renta básica. No tiene ningunas ganas de dejar de viajar, sentar cabeza y ponerse a trabajar. Dora se ha licenciado en Filosofía hace también tres años, vive con sus padres y utiliza su renta básica para sus gastos personales. Está buscando trabajo y le han ofrecido empleos de administrativo y de comercial, pero piensa que no ha estudiado filosofía para acabar en uno de esos trabajos. Aspira a algo más estimulante. El sueldo que le ofrecían tampoco era muy alto, comparable a su renta mínima, pero lo peor es que hacienda se llevaría el 57% de su mísero sueldo. Sencillamente no le merece la pena. Elena es electricista. Está harta también de que hacienda se lleve la mayor parte de lo que gana y se ha pasado a la economía sumergida. Sólo acepta trabajos que le paguen al contado y sin factura. Para hacienda, Elena está oficialmente parada y ya no recibe ni un euro de ella. Eso sí, ella recibe su renta básica. Feli está casada y tiene dos hijos. Con la renta básica que le proporcionan a ella y a sus hijos, ha decidido dejar de trabajar y dedicarse a cuidar de sus hijos.

    Estos son casos de personas, que a raíz de empezar a cobrar la renta básica han cambiado su relación con el trabajo. Han dejado su trabajo, o no tienen tanta prisa en encontrar trabajo, o directamente no necesitan trabajar, o trabajan pero han dejado de contribuir a la sociedad con sus impuestos. Todos han dejado de contribuir a la sociedad “según su capacidad”. Por supuesto que no es el caso de todo el mundo. Está también Geno, que no tiene hijos. No soporta a su jefe, pero le gusta trabajar, o más bien odia la inactividad. Además ha obtenido un sustancial aumento de sueldo como consecuencia indirecta de la renta básica. Le ha dado un ultimátum a su jefe que no le subía el sueldo desde hace siglos, con el respaldo moral de que si le decía que no, tenía la renta básica para poder dejar la empresa. Su jefe no se lo ha pensado ni un minuto en darle el aumento, no podía permitirse el lujo de perderla. Se han ido varios empleados a raíz de la renta básica y hay un montón de trabajo que sacar adelante en la empresa.

    Espero que estos ejemplos sirvan para ilustrar las posibles consecuencias de implantar una renta básica. Seguro que a vosotros también se os ocurren muchos más ejemplos de cambios de actitud cuando tienes una renta segura en el bolsillo. No vivimos en un país nórdico en el que el sentido de comunidad y de respeto a la ley esté fortalecido. En nuestro país no destaca la ética del trabajo, sino más bien el individualismo y la picaresca. No quiero exagerar la nota, España no es un país de sinvergüenzas y cada vez se vuelve más “europeo”, pero lo que quiero destacar es que determinadas políticas, como la de la renta básica pueden ir en el sentido contrario, de reforzar las ganas de “defraudar” al sistema en dos sentidos: vivir del trabajo de los demás y no ayudar a la sociedad aportando vía impuestos la parte correspondiente de lo que ganas.

    La renta básica es como un río de aguas rápidas que se va aproximando a una catarata. Cada vez hay menos estímulos para trabajar o para mantenerse en la economía oficial. La recaudación de hacienda baja y el tipo del 57% ya no es suficiente para sostener la renta básica. El ministro de economía no tiene más remedio que subir el tipo impositivo todavía más, con lo cual cada vez más empresas y trabajadores de la economía oficial se indignan por pagar tanto a hacienda y se pasan a la economía sumergida. Es un círculo vicioso que acaba en una brecha social o en el colapso del sistema.

    Pasando a un tema un poco más técnico, la renta básica es una medida inflacionista, que no solo crea inflación alta, sino lo que es peor, inflación creciente. No es difícil de entender la mecánica. Al igual que en el caso de Geno, la renta básica y el hecho de que haya gente que elige dejar de trabajar, crea condiciones idóneas para que las empresas no tengan más remedio que hacer sustanciosas subidas de sueldo a sus empleados. Es más, si las empresas quieren producir lo que la sociedad demanda, las empresas no sólo tienen que competir entre sí para conseguir buenos trabajadores en época de escasez de trabajadores, sino que tienen que suplir la escasez pagando horas extras y comprando más maquinaria automática para cumplir con los pedidos. El caso es que las empresas no van a dejar de recoger beneficios, porque para eso cerrarían, así que la única posibilidad de pagar todo eso es subir el precio de sus productos. Y hay tenemos la inflación.

    Hay más temas técnicos que mencionar. Primero que la renta básica debería ser actualizada con la inflación, como se hace con las pensiones, porque si no perdería valor con el tiempo y no serviría de nada. Segundo, que el gobierno tiene medios de luchar contra la inflación por medio de la política fiscal, esto es, subiendo los impuestos o reduciendo el gasto, sólo que estas medidas producirían más paro, bajarían la renta per cápita y todavía meterían más estrés sobre la olla a presión de la hacienda pública. Tercero, si el gobierno no toma esas medidas, se produciría un proceso hiperinflacionista que sería inaceptable para la Unión Europea. Al fin y al cabo estamos embarcados en la misma moneda.

    Independientemente de si se actualiza la renta básica o de la política fiscal del gobierno, el sistema no es sostenible. Puede haber cierta variación sobre el camino y el punto final, pero tarde o temprano alguno de los siguientes destinos, o una combinación de ellos es inevitable: O bien el colapso de la hacienda pública, o bien una brecha y explosión social que acabe con el sistema, o bien un proceso de hiperinflación, o bien la completa devaluación de la renta básica erosionada por la inflación.

    A la pregunta de si la medida es justa, o si puede ser de ayuda en temas como la exclusión social, la mujer, la independencia juvenil o la vida familiar, la única respuesta posible es que no, porque la renta básica no es sostenible. Ninguna medida que sólo funcione a corto plazo puede ser justa ni buena para nadie.

    Quizás el concepto más arriesgado de la renta básica es el de universal. Aunque todos tienen necesidades, no todos los que tienen rentas bajas o ninguna renta están en esa situación por los mismos motivos, y no todos tienen las mismas posibilidades de trabajar y salir de esa situación. Como crítica constructiva, mi propuesta es que los casos de rentas bajas, se deberían ver persona a persona por trabajadores sociales, e identificar los casos de verdadera exclusión social e imposibilidad para ganarse la vida, con unos criterios restrictivos y de sostenibilidad para la hacienda pública. Las soluciones no tienen que ser o limitarse a proporcionar una renta. Si hay exclusión social se debe ir a resolver las causas, no sólo a paliar los efectos.

    Lejos de ser sólo un problema económico, la fuente de todos los males viene de un importante cambio sociológico. Hasta ahora el trabajo era algo necesario para vivir, y el común de los mortales no se puede plantear una vida sin trabajar. La renta mínima cambia el concepto de trabajo, convirtiéndolo en algo opcional que sirve para vivir mejor. En resumidas cuentas, incentiva que no todos aporten según su capacidad. Si hubiese que explicarlo en una sola frase, esa sería la idea clave para entender porque la renta mínima cambia totalmente la idea de trabajo y hace insostenible la economía.

    (*) La cifra sale de dos adultos (5400 € cada uno) y dos menores (2700€ c.u.). Estas cifras provienen, hasta donde yo sé, de un estudio hecho en Cataluña con la suposición de que Cataluña no es solidaria con el resto de España (J. Arcarons, À. Boso, J. A. Noguera y D. Raventós: Una proposta viable per a Catalunya. Mediterrànea, 2005). Las cifras para España serían obviamente más bajas.

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    MÁS ARGUMENTOS A FAVOR (por Maputxe)
    http://blogs.ya.com/todoababor

    Si comparamos España con los principales países europeos occidentales, nuestro sistema de bienestar está relativamente poco desarrollado. El gasto social de alrededor de un 24% del PIB es un 6% inferior al promedio de la Europa occidental. Por tanto, todavía podríamos aumentar nuestro gasto social. Pero en estos años de “globalización” económica, el crecimiento y la eficiencia económica son también importantes.

    Muchos estudios teóricos han señalado que una renta básica garantizada podría mejorar tanto la protección social como la eficiencia económica. De hecho, podríamos pensar en la renta básica como una innovación social. Al igual que una nueva tecnología, la renta básica puede reducir costes económicos y administrativos dirigiendo el sistema económico hacia una senda de crecimiento saludable. Pero al igual que las innovaciones tecnológicas o cualquier otra innovación, la renta básica significa un desafío al statu quo y se enfrenta al escepticismo general. Esta es una cuestión muy importante porque la renta básica afectaría a todos los ciudadanos y es imposible llevar a la práctica una idea así contra la voluntad de la mayoría.

    Los ciudadanos necesitan tiempo para aprender y comprender las innovaciones sociales. Por este motivo necesitamos promover un debate social y político bien informado. Necesitamos expresar ideas y argumentos, pero sobre todo necesitamos producir datos fiables que sustenten esos argumentos. ¿Qué queremos decir exactamente cuando proponemos garantizar una renta básica? ¿Cuánto nos costaría? ¿Habría que pagar más impuestos? De hecho, no hay respuestas simples para preguntas como estas. Puede haber miles de formas diferentes de llevar a la práctica un esquema de garantía de rentas. Así que las preguntas relevantes son: ¿Qué esquema concreto de garantía de rentas estamos proponiendo para llevar a la realidad? ¿Cómo podríamos alcanzar este tipo de garantía?

    Este tipo de preguntas no son puramente técnicas. La gente tiene mucho que decir sobre ellas. Pero el diseño de un esquema de renta básica es también una tarea técnicamente compleja. Así que necesitamos tanto el debate social y político como la investigación científica trabajando conjuntamente y reforzándose mutuamente en un proceso que puede ser largo y complicado.

    Una reforma fiscal diseñada para introducir un esquema de garantía de una renta básica es un ejemplo de la clase de problemas que requiere tomar decisiones bajo una gran incertidumbre. Si queremos reformar el sistema fiscal y el sistema de bienestar para hacerlos más apropiados al mundo a principios del siglo XXI, una aproximación por categorías puede ser justo lo que deberíamos intentar.

    Para llegar a tener una renta básica universal es necesario, primero garantizar una renta mínima suficiente para satisfacer las necesidades básicas. En España no existe un método oficial para determinar el umbral de pobreza. Para prevenir esto, los niveles que deberíamos alcanzar son: 360 €/mes para una persona, 540€/mes para dos personas (independientemente de la edad), y 110 €/mes para cada niño o menor de 25 años dependiente. Estas cantidades son bastante modestas, pero suficientes para prevenir la pobreza. Además, España es un país grande, y las necesidades pueden variar según las distintas Comunidades Autónomas. Las cifras de renta básica de esta propuesta han de considerarse como un mínimo igual para todo el Estado, pero los gobiernos de las Comunidades Autónomas podrían utilizar sus propios recursos para complementar esta renta básica estatal con una renta básica autonómica.

    En segundo lugar, el esquema de renta básica debería mejorar el nivel de empleo. España padece una elevada tasa de desempleo (alrededor del 11% de la población activa) y el desempleo se considera generalmente el problema social más importante. De modo que es muy importante incorporar alguna clase de bonificación al empleo.

    Esta bonificación al empleo nos ayuda a explicar que un esquema de renta básica no tiene que renunciar a aumentar el nivel de empleo remunerado. Por el contrario, renta única está pensada para combatir más eficazmente el desempleo.

    En tercer lugar, la garantía de renta debería gestionarse de la forma más sencilla posible. De esta manera, la gestión de la garantía mediante el IRPF nos ayuda a lograr un equilibrio entre ingresos y gastos fiscales (lo que se recauda y lo que se paga), la gestión de la garantía de la renta básica mediante un IRPF de este tipo nos asegura la progresividad neta de las rentas personales, este procedimiento es posiblemente la mejor forma de reducir la evasión fiscal (el fraude fiscal en España es superior al 5% del PIB).

    Por último, la garantía de la renta básica no sustituiría las actuales prestaciones de la seguridad social. La renta básica complementaría los actuales mecanismos de protección social.

    Podemos concluir que desde el punto de vista económico contable está dentro de lo posible implantar en España un esquema de garantía de una renta básica universal que sería capaz de: lograr la virtual erradicación de la pobreza severa, reducir significativamente la desigualdad económica después de impuestos, mejorar sustancialmente el apoyo financiero a las familias con niños y jóvenes menores de 25 años y proporcionar un entorno más favorable para lograr el pleno empleo al reducir la carga fiscal sobre los salarios (especialmente los salarios más bajos).




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