miércoles, agosto 31, 2005

LA GUERRA DEL AGUA | Autor/a: Anónimo

La guerra del agua está enfrentando a los partidos políticos y a la sociedad "civil" en una batalla por la supervivencia en medio de un proceso acelerado de desertificación. En la Comunidad Valenciana llevamos arrastrados años de guerras y batallas a cuenta de símbolos, cultura y lengua, por lo que esta guerra no nos pilla desentrenados. En todo caso, como las guerras no las gana nadie y las pierden todos, se constata que tras ocho años de gobiernos del PP ni una gota del agua prometida ha vertido en el erial en que se ha convertido mi tierra, y ahora, con el gobierno de "los míos", el PSOE, tampoco parece que vaya a caernos del cielo el maná prometido. Al final, el SAMUR vendrá a intentar el imposible de resucitar a un muerto. Durante las últimas décadas del siglo pasado, a partir de la entrada en vigor de la Constitución de 1978 y del modelo de Estado Autonómico, la ciudadanía valenciana experimentó lo que más tarde se ha dado en llamar "la batalla de Valencia", por los símbolos, la cultura y la lengua. No voy a entrar en hablar de quién ganó y de quién perdió, porque mucho me temo que perdímos todos y nadie ganó nada, salvo algunos engordar su autoestima y su cuenta corriente, pero sí diré que, en todo caso, nosotros, la izquierda, no ganamos nada. Ahora, un siglo más tarde, estamos envueltos en otro batalla, en lo que se llama "la guerra del agua". La guerra del agua no es más que la lucha por la supervivencia en pleno proceso de desertización, encabezada por un lado por los agricultores y, por el otro, los empresarios de la construcción y el turismo.

La izquierda democrática, que siempre ha sido menos dogmática que la derecha neo-liberal y la izquierda radical(con los apellidos que cada uno quiera añadir), se ha definido por su querencia al pacto, al consenso, a las soluciones intermedias, a la tercera vía. En este caso, en la batalla por el agua, no podíamos ser menos, y ya están preparando nuestros dirigentes políticos el terreno para pactar con la derecha depredadora y los ecologistas conservacionistas. Nada hay imposible en el terreno del pacto, salvo hablar de vencedores y vencidos, más que nada porque a la izquierda no nos conviene destapar ese "tarro de las esencias", no descubramos cosas que no nos gusten.

Y, en medio de todo este entramado político, la realidad es que nuestra Comunidad Autónoma (el País Valencià) prosigue su proceso de desertificación, sin agua que llevarse a la boca, porque en definitiva, mientras unos pactan y otros depredan, aquí seguimos sin agua. El problema es serio y precisa soluciones urgentes, nada de planes a largo plazo, a años vista, sino que es "cosa de ya", de ahora, de antes de ayer. Tras ocho años de gobiernos del PP, tras ocho años de demagogia barata y PHN's imposibles, ni una gota del agua prometida ha visto el erial de mi tierra, y ahora, con el Gobierno en manos de los míos, el PSOE, tampoco parece que veamos la salida al tunel. A ver si al final lo que van a tratar es el imposible de resucitar a un muerto.



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