sábado, agosto 27, 2005

CÓMO SEGUIR SIENDO SOCIALISTA HOY | Autor/a: Anónimo

En ocasiones se hace necesario un ejercicio de introspección, tan de moda hace algunos años, cuando éramos jóvenes - ¡ay! me duele la nostalgia -, y tan infrautilizado generalmente por desconocimiento de la metodología necesaria, para poner orden a las ideas y, de paso, echar un vistazo al recorrido para ver dónde empezamos y qué hemos perdido y qué ganamos en el camino. No sé cuál puede ser el resultado en cada quien que decida practicarse este harakiri intelectual, pero recomiendo prudencia al intrépido viajero introspectivo, no sea que se la vaya a dar y se deje "los piños" en el muro de hormigón que todos tenemos, de una u otra manera, en el camino. En mi caso el resultado es positivo, con las luces y las sombras que inevitablemente se cuelan en el análisis, como recordatorios de que soy humano y por tanto falible, no como el PaPa o Aznar, claro.

En el principio dicen que fue el verbo, pero en mi caso el verbo fue marxista-leninista. Ya sabemos todos del ardor sanguíneo que da la revolución hormonal de la pubertad, o de la adolescencia - que tiene nombre de enfermedad, y no es aleatorio -, y en consecuencia se asumen los "pecados" como inevitables por endémicos, como el sarampión, la rubeola o "las anginas". En aquellos tiempos ya estaba mal visto ser "rojo" y no te digo nada "comunista", aunque a veces no había diferencia semántica entre los términos, por lo que la etiqueta te caía como una losa sobre tu reputación, claro que por entonces mi reputación era "de aupa", así que no me preocupaba en exceso la jodida etiqueta. Lo que sí me preocupaba eran dos cosas fundamentales: a) mi familia, que era - son - toda de fachas; y b) mis dudas existenciales, porque el marxismo-leninismo deja mucho espacio a la duda y la reflexión. Sin embargo, la atención que presté a cada uno de los factores, cada uno por separado en su singularidad, fue sustancialmente diferente. En el primer caso, el de mi familia, todo y que eran fachas, no tendrían más "cojones" - perdónenme la expresión - que aguantarse, porque yo no iba a dejar de ser familia, mira por donde. Las dudas existenciales sobre el marxismo-leninismo radicaban en la pobreza interpretativa de la idea de libertad - a la que dicen que Lenin desdeñaba -, al escaso valor del individuo en el sistema, el maximalismo ideológico, el tratamiento del Estado, la utopía, etc... Y, entonces es cuando ví que el ardor sanguíneo de la adolescencia me había confundido, yo no era comunista. Dolor, sangre, dudas existenciales, tremendismo, la novia que me abandona, por indeciso, el comunismo a tomar viento, en fin el caos.

Evidentemente cuando descubrí que yo no era comunista, sino socialdemócrata, me entró el canguelo, porque algunos de mis "compis" comunistas lo eran a lo bruto, sin miramientos ni protocolo, y difícilmente iban a entender mi deriva ideológica sin adjudicarme más etiquetas, como las de "traidor" o "vendido al capital", y otras lindezas que no reproduciré aquí. Peor fue la novia, que seguía siendo marxista-leninista, ya se sabe que nada hay peor en este mundo que una mujer despechada. Total, que recién descubierta mi nueva "chaqueta" me da por cuestionarme mi militancia comunista y me acerco al PSOE, pero con Felipe González dando los últimos coletazos y el partido sumido en la anarquía resultaba un tanto inquietante juntarte con aquellos sujetos, así que lo dejé estar todo, que siempre he sido un derrotista. La etapa que se inicia a continuación se llama, según algunos "lumbreras", de búsqueda. La búsqueda de tu lugar en el mundo. Un lugar que, inevitablemente me iba a llevar al PSOE, pero cuando llegase Zapatero, que sí era de izquierdas y se marchasen todos los liberales. Bueno, en realidad los liberales no se han ido del todo, pero ahora existe menos distancia, creo yo entre la dirección y las bases del partido.

Ser socialista, o continuar siéndolo, en los tiempos que corren es sensiblemente más facil que hace tiempo, sin duda, pero también plantea sus dificultades, porque ser socialista comporta ser de izquierdas, estar comprometido con el movimiento obrero, creer a pies juntillas en el modelo de Estado del Bienestar - que algunos dicen que está en crisis y otros van a por él, a ver si se lo cargan los cabrones -, tener como valores fundamentales la igualdad, la libertad y la solidaridad. A veces miro con envidia a los jóvenes que van con la bandera de la antiglobalización, con el PCPE, o con IU, el PCE, o lo que sea, dando gritos por la calle contra el "puto capitalismo" y ofreciendo "alternativas" al sistema. Pero ahora sé que las utopías sólo sirven para señalar el camino y no perderse en la jungla de incoherencias a que te conduce el ejercicio de tu ideología, tal vez por sistema, pero no pueden considerarse una estación de llegada, porque la revolución, como dijo algún pensador, sabemos cuándo empieza y también que no puede pararse jamás, por eso hay que tener muy claras las cosas antes de darle marcha, si no pasa como con la URSS, que se hace todo mal y al revés. En definitiva, que ser socialista hoy es jodido, pero se puede llevar con cierta dignidad y sobretodo con mucha dosis de realismo, que es lo bueno ¿no?



Ya no estamos aquí:
nos hemos mudado a
www.RedProgresista.net

This page is powered by Blogger. Isn't yours?