lunes, agosto 29, 2005

L'ESTATUT, LEY O DESBARRE NACIONATA. | Autor/a: Anónimo

El auge que han experimentado los nacionalimos durante los últimos 8 años, casualmente de Gobiernos del PP en España, han originado que la reforma de los Estatutos de Autonomía se esté convirtiendo en el campo de batalla entre nacionalistas de una y otra patria. El caso valenciano, que parecía haber escapado a la batalla, se ha vestido de patriotismo tras las desafortunadas declaraciones del Secretario de Organización del PSOE, D. Pepe Blanco. El caso catalán, paradigma nacionalista en España, va camino de guerra de nacionalismos si alguna patria sale mal parada. Y de la ciudadanía no se acuerda nadie, ni patria ni patriotas, como siempre "a pagar, poca-ropa". El País Valencià (Comunitat Valenciana/Regne de València), donde los principales partidos políticos en "Les Corts" (curioso nombre), o sea: el PSPV-PSOE y el PPCV, habían pactado un texto de reforma del Estatuto de Autonomía que, en esta tierra podría calificarse de "ni 'chicha' ni llimonà" que auguraba, en principio, la paz política aquí y en Madrid, resulta que se ha torcido y ahora es causa de enfrentamiento, no sólo entre las dos grandes formaciones políticas sino entre el PSPV-PSOE y el PSOE ¿Por qué? Pues por la famosa "Cláusula Camps". Camps es el Presidente del PPCV y del Gobierno Valenciano (Consell) ¡Toma ya!

¿Qué dice la famosa "Cláusula Camps"? Pues nada, un desbarre, como es natural - que diría el diplodocus -, que por ahora el texto del Estatuto vale pero que si alguna otra Comunidad Autónoma, pongamos por caso Catalunya, le da por hacerse un Estatuto donde se recoja un mayor nivel de "autogobierno", pues que el Estatuto Valenciano no puede ser menos. Un desastre. Eso que algunos pensábamos que se denominaba "saltarse la ley a la torera" ahora resulta que es una cláusula de revisión así a lo bruto, del estilo "no voy a ser menos si los demás quieren ser más, pero si los demás quieren ser menos, pues que les den".

Todas estas cosas, estos sucesos dignos de un episodio de Expediente X, no ocurren por casualidad sino que son producto del clima político que se ha ido generando en los últimos años - concretamente en los últimos 8 -, en el que los nacionalismos todos, incluido el español, han ido tomando impulso y claro, ahora quieren saltar con pértiga porque si no, a ver qué hacen con tanto impulso. La reforma de los Estatutos supone un nuevo campo de batalla en que los patriotas, de uno y otro bando, van a ver por dónde cuelan la patria, los unos para reivindicarla a ver si se la dan y los otros para que no se les rompa, como el cerebro.

Con todo, donde está ahora la batalla patriotica no es en el País Valencià sino en "El Principat", o sea, Catalunya "estricto sensu", donde las huestes de Josep Lluis Carod Rovira van dando bandazos, a derecha (CIU) e izquierda (PSC), a ver por donde sacan más cacho para la patria, entre los furibundos alaridos de los nacionalistas españoles (PP), reclamando unidad de destino en lo universal para El Imperio. Y en todo este lío, Pepe Blanco, a la sazón "mandamás" del PSOE mete baza "ni para tí, ni para mí", pero mete baza y, claro a Maragall, Saura y Bargalló (los representantes del "Tripartit") se les hincha la vena patriótico-nacionalista a cuatro barras y empiezan a "desbarrar". El que menos, Maragall, le ha dicho que se calle y el que más, Bargalló, lo ha mandado al cuartelillo de la G.C. a apalear agricultores drogados. No podía ser de otra manera, porque tocarle la patria a un patriota es como mentarle la madre a un vecino, un deporte de riesgo, lo menos que puede pasarte es que te salten los piños.

Es evidente la facilidad con que se confunden los términos diferencia y desigualdad, en una demostración empírica de la frase hecha "dar la mano y tomarse el brazo", como pone de manfiesto D. Pasqual Maragall en un artículo de "El País". El respeto a la diferencia y a la cultura, la lengua y la idiosincrasia popular no tiene conexión necesaria con la nación o la patria, salvo si se quiere encontrar, porque es evidente que encontramos lo que buscamos y no vemos lo que no buscamos. La desigualdad implica relación de poder, donde una parte es jerárquicamente superior a la otra u otras; sin embargo, la diferencia implica relación de igualdad, esto es, en ausencia de jerarquía. Digo esto por un suceso que me ha helado la sangre en las venas: he oído un anuncio en la radio - escucho La Ser, como buen sociata - en el que, escenificándose una competición atlética - pongamos por caso, los 100 metros libres - literalmente, se nos daba la enhorabuena a los "nacionales" del País Valencià porque "tenemos ventaja" - se supone que sobre los nacionales de otras patrias - ya que el "Govern Valencià" aplica una serie de baremos fiscales que nos hace más ventajosa nuestra nacionalidad que la de un extremeño, por ejemplo.



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