jueves, septiembre 01, 2005
Katrina y el caos | Autor/a: Juanlu Gonzalez
A pesar de que la “suerte” evitó que el huracán asolara la ciudad de Nueva Orleans y provocó que se desviase a última hora disminuyendo dos puntos en la escala de intensidad, la ciudad permanece anegada y es posible que siga inhabitable durante varios meses. Mucha gente, normalmente la más pobre, no pudo abandonarla a tiempo. La mitad permanece encerrada en el Superdome, el resto en otros lugares del 20% a salvo aún de la riada. La situación en el estadio es desesperante, ayer se produjo un suicidio, hoy se habla de enfrentamientos internos, de incendios, de gente que lleva 24 horas sin beber ni comer, no dejan a nadie salir, ni siquiera dejan que intervengan las embajadas para atender a sus compatriotas. Un centro comercial aledaño fue atacado para conseguir los alimentos y la bebida que las autoridades son incapaces de proporcionar a los refugiados. La Ley Marcial ha sido decretada como en una república bananera cualquiera.
Aunque parece que la rotura del dique está solucionada, es absolutamente necesario evacuar a los damnificados antes de que la situación humanitaria empeore irremisiblemente. Pero hete aquí que los amos de la ciudad son grupos armados que deambulan por Nueva Orleans saqueando todo lo que encuentran en su camino. Cual si de insurgentes iraquíes se tratara, han atacado a los helicópteros de la Guardia Nacional, han herido a un soldado y han logrado la suspensión de las actividades de rescate. Los casi treinta mil personas que se apiñan en el interior del Superdome están protagonizando incidentes violentos en su interior, han incendiado neumáticos como medida de protesta y la situación no cesa de empeorar a medida que pasa el tiempo.
El gobierno federal ha pedido refuerzos, así que la cantidad de militares que van a poblar a la ciudad en los próximos días será cercana a los 30.000. Están llegando en vehículos blindados como si fueran a “apaciguar” a la siempre irredenta Faluya. Anuncian centenares e incluso miles de muertos, muchos cadáveres flotan en las aguas del desbocado Missisipi como ayer mismo flotaban los cadáveres de shiíes en el Tigris. El peligro de epidemias acecha y se ha está en una auténtica alerta sanitaria. La Casa Blanca ha anunciado el inicio de una campaña de recogida de fondos para ayudas a los afectados, ayer afirmó que aceptaría las ayudas económicas de cualquier país extranjero que tenga a bien efectuar donaciones. Parece mentira que el país más rico del mundo no pueda atender las necesidades de su población ante una catástrofe natural. Son las cosas de los gobiernos económicamente liberales.
Pero es que buena parte de los materiales, recursos humanos y fondos necesarios para atender a la población damnificada se encuentran en Irak. Y no precisamente para ayudar a sus paupérrimos ciudadanos, sino más bien para todo lo contrario: para sembrar más catástrofe, más muerte y más destrucción que 100 katrinas juntas. ¿Se dará cuenta su opinión pública o quedará extasiada ante la retórica patriotera de sus líderes?
Aunque parece que la rotura del dique está solucionada, es absolutamente necesario evacuar a los damnificados antes de que la situación humanitaria empeore irremisiblemente. Pero hete aquí que los amos de la ciudad son grupos armados que deambulan por Nueva Orleans saqueando todo lo que encuentran en su camino. Cual si de insurgentes iraquíes se tratara, han atacado a los helicópteros de la Guardia Nacional, han herido a un soldado y han logrado la suspensión de las actividades de rescate. Los casi treinta mil personas que se apiñan en el interior del Superdome están protagonizando incidentes violentos en su interior, han incendiado neumáticos como medida de protesta y la situación no cesa de empeorar a medida que pasa el tiempo.
El gobierno federal ha pedido refuerzos, así que la cantidad de militares que van a poblar a la ciudad en los próximos días será cercana a los 30.000. Están llegando en vehículos blindados como si fueran a “apaciguar” a la siempre irredenta Faluya. Anuncian centenares e incluso miles de muertos, muchos cadáveres flotan en las aguas del desbocado Missisipi como ayer mismo flotaban los cadáveres de shiíes en el Tigris. El peligro de epidemias acecha y se ha está en una auténtica alerta sanitaria. La Casa Blanca ha anunciado el inicio de una campaña de recogida de fondos para ayudas a los afectados, ayer afirmó que aceptaría las ayudas económicas de cualquier país extranjero que tenga a bien efectuar donaciones. Parece mentira que el país más rico del mundo no pueda atender las necesidades de su población ante una catástrofe natural. Son las cosas de los gobiernos económicamente liberales.
Pero es que buena parte de los materiales, recursos humanos y fondos necesarios para atender a la población damnificada se encuentran en Irak. Y no precisamente para ayudar a sus paupérrimos ciudadanos, sino más bien para todo lo contrario: para sembrar más catástrofe, más muerte y más destrucción que 100 katrinas juntas. ¿Se dará cuenta su opinión pública o quedará extasiada ante la retórica patriotera de sus líderes?