miércoles, agosto 10, 2005

La alianza Esquerra Republicana - Partido Popular (más madera) | Autor/a: Jessica

Ya que estamos metidos en harina, y como os veo muy dispuestos a entrar en el debate, aunque sea incluso partiendo de las propias presentaciones, vamos a empezar a darle caña al asunto.

La derecha española tiene una fijación con Esquerra Republicana que a veces raya en lo enfermizo.

No digo, ni mucho menos, que un partido como ERC sea del gusto de la izquierda española en general; personalmente, me cuesta entender el sentido de que un partido que se autodenomina de izquierdas que divida a los trabajadores en obreros catalanes y obreros extranjeros. Opino que la izquierda debería tener una verdadera vocación internacionalista, como la que se ejemplifica cada primero de mayo, y menos regionalista o separatista. Si la unión hace la fuerza, la unión de la izquierda española tiene un potencial de presión mucho mayor que la izquierda catalana.

Por no hablar del concepto de solidaridad implicito en la ideología izquierdista: ¿con qué cara vamos a explicarles a nuestros hermanos españoles que les abandonamos para vivir mejor (porque de vivir mejor se trata, ¿no?), y que ellos se busquen la vida como puedan?

Estoy divagando, lo sé. Es hablar de independentismo y me pierdo.

Decía que a la izquierda española puede no gustarle los postulados de Esquerra Republicana, pero de ahí a considerar a Carod Rovira como la bestia parda de nuestro sistema constitucional, dispuesto a destruir España por los cuatro costados... Va un trecho largo. Y mucha imaginación. Por varios motivos:

En primer lugar, por un motivo de realidad política: los independentistas no tienen el apoyo electoral suficiente como para llevar a cabo, en serio, su hipotético proyecto de ruptura con España aunque quisieran.

En segundo lugar, por un motivo práctico: "Y entonces, ¿qué?" Qué ocurriría con una Catalunya desligada de España es algo que ni ellos mismos, ni tampoco los más agoreros, pueden predecir con certeza. Son conscientes (aunque a veces no lo parezca) de que la secesión comporta riesgos. La pregunta es: ¿están dispuestos a asumirlos? A puerta cerrada y sin grabadoras, dudo mucho que la respuesta sea unánime.

Creo que, en el tema de la independencia de Catalynya, ERC practica la "política - ficción".

Pero a la derecha española no le importa que la independencia de Catalunya para ERC sea algo parecido a un sueño que quizá lleguen a ver nuestros bisnietos o tataranietos si mucho cambian las cosas, pero en cualquier caso algo totalmente irreal en la actual coyuntura constitucional.

En lugar de ver las cosas con perspectiva, con la perspectiva de los 8 diputados de ERC en el Parlamento en su mejor momento electoral, frente a los 321 que suman PSOE y PP, se dedican a echar gasolina sobre las brasas de la transición, a afirmar que en Catalunya las heridas todavía no están cerradas y que el proceso secesionista es una perspectiva, no sólo real, sino inminente.

Considerando el predicamente que tiene el segundo partido más importante de España, es normal que la gente que les escucha, y que les cree, se asuste. Y los republicanos catalanes, encantados de haberse conocido, sacan pecho y aprovechan ése crédito suplementario e inmerecido para creerse sus propias novelas y convencer a sus bases de que sí, es posible, a la vez que aumentan el tono de sus reivindicaciones, lo que escandaliza al PP, y así indefinidamente. Es la pescadilla que se muerde la cola. Ambos se necesitan mútuamente para mantener sus respectivas estrategias.

Uno de los conceptos más repetidos en los últimos meses es la supuesta fuerza de ERC, y su posibilidad de ejercer presión, tanto en el Ejecutivo que preside Rodríguez Zapatero como en el tripartito capitaneado por Maragall. Con el primero aluden a su status de "socio preferente", y con el segundo a su condición de miembro del Gobierno autonómico.

Admito que en Catalunya, dada la particular aritmética parlamentaria surgida de las últimas elecciones autonómicas, ERC, pese a ser la tercera fuerza está en posición de arrastrar hacia sus posiciones tanto a socialistas como a convergentes. Esquerra se ha convertido en la novia de todos en el Parlament de Catalunya. Excepto del PP y de IC-V, a los que siempre les toca bailar con la más fea...

Pero éste supuesto poderío republicano se hace pedazos cuando hablamos de las Cortes Generales: ERC sólo será "socio preferente" del Gobierno Zapatero mientras se comporte y no haga mucho el tonto. Los polémicos presupuestos son un ejemplo. Contemplemos la situación con cierto detalle:
  • El PP está empeñado en poner de manifiesto la supuesta debilidad del actual Gobierno socialista, cuando de hecho está siendo apoyado por todos los grupos de la cámara excepto el PP. Para los populares, la prueba del 9 son las exigencias que ERC impone como condición para dar el sí a los Presupuestos Generales.
  • A los políticos de ERC les encanta que el PP les haga sentir tan importantes, y hasta se lo creen. No obstante, en Catalunya (y ERC no puede desvincular lo que sucede en la esfera autonómica de lo que se cuece en el Congreso) los militantes de ERC critican a sus dirigentes por ser "excesivamente pactistas y tragar demasiado con el Estatut". Muchos creen que se han bajado los pantalones a cambio de una pequeña cuota de poder.
  • Ciu le está echando el aliento en la nuca a ERC, recordándoles continuamente que si ellos no son los suficientemente nacionalistas, que se aparten y dejen hacer a los que llevan años manejando el cotarro.

Así las cosas, ¿cual es la actitud de ERC? Está claro: aprovechar la influencia que el PP les atribuye para elevar el tono de sus reivindicaciones a Zapatero y volver a casa con algún beneficio tangible bajo el brazo: "¿lo veis, chicos, como os equivocábais con nosotros? De vendidos nada: mirad lo que hemos conseguido. Somos importantes y conseguimos cosas" es el mensaje implícito. La realidad es que el PP se equivoca, y ERC al darles crédito, también. ¿La prueba? "alianzas alternativas" para aprobar los presupuestos y lo que se tercie, en un claro mensaje a ERC: No sois imprescindibles.

Como es obvio, en Esquerra no ha sentado nada bien, y su portavoz, Marina Llansana, se ha apresurado a pedir calma y afirmar que el aviso de otras alianzas "no es más que humo". Humos son los que ellos tienen, va siendo hora de que alguien se los baje.

Jéssica.




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