domingo, agosto 21, 2005
Algo importante: conocer los datos | Autor/a: R. Senserrich
Siguiendo con mi política de "hacer amigos" entre mis compañeros de bitácora, vuelvo de nuevo con otra de tirones de orejas. Después de hablar del mundo de las ideas, esta vez toca la cochina realidad, y más concretamente, los datos objetivos, siempre tozudos.
Sí, los datos. Hay algunas afirmaciones que se hacen desde la izquierda que no se sostienen una vez se contrastan con la realidad, y que deben dejar de utilizarse en los debates para justificar ciertos puntos de vista. No hablo de teorías económicas, hablo de realidades. Repasemos unas cuantas.
La primera, y que me pone excepcionalmente nervioso, es que las desigualdades a nivel planetario están aumentando. Bueno, pues no. Hay bastantes estudios que señalan de hecho lo contrario, que la brecha entre norte y sur se está reduciendo, y a velocidad considerable. ¿A qué se debe esto? Dos países: China y la India. Un tercio de la humanidad que solía ser pobre lleva un buen número de años creciendo a un ritmo extraordinario (7-9%) y eso está disminuyendo las desigualdades a nivel planetario.
Cierto, el crecimiento en esos dos países no es igualitario, pero la población lo está notando, y cada vez en mayor número. Sí, hay gente trabajando en fábricas en turnos espantosos, pero esos trabajadores están allí huyendo de una pobreza aún más espantosa en el campo. Siguen sin derechos sociales, cierto, pero están mejor que nunca habían estado, y si las cosas siguen igual, y la mano de obra se va haciendo escasa, no pasará mucho hasta que puedan reclamarlos.
También es verdad que hay un continente entero (África) que ni está ni se le espera en esto del crecimiento, y que no ven un gobierno estable y cierta prosperidad desde la época colonial, en muchos casos (hay países que son más pobres ahora que hace 70 años). Aún así, no podemos decir que el mundo entero es un lugar asqueroso, teniendo en cuenta que hay como mínimo un tercio de la humanidad creciendo furiosamente. (Y sin grandes transferencias de dinero ni ayuda al desarrollo, por cierto, más allá de la inversión directa. Si podemos hacer crecer la tarta mejor que repartirla...)
Hablando de crecimientos, otro bulo bastante extendido es de la creciente concentración empresarial. Triste decirlo, pero la concentración es ahora menor que en los años cincuenta en todas las economías desarrolladas, y seguirá disminuyendo. En las últimas décadas, un porcentaje cada vez mayor de la población, incluso en Estados Unidos, trabaja en pequeñas y medianas empresas, no en grandes conglomerados. Ver cosas como General Motors hace cuarenta o cincuenta años, empleando un millón de personas (casi un 2% de la población activa) es algo impensable ahora, tanto a nivel nacional como mundial (no, no hay nadie que emplee 120 millones de currelas. Dejadlo ya). El problema no es la concentración empresarial, es el progresivo aumento de las desigualdades sociales. Aunque parezca mentira, ambas cosas no están relacionadas.
Más allá de esto, el próximo que diga que España es una democracia de segunda, disfuncional, única en Europa en su cutrez o alguna cosa parecida se lleva un cachete. Vale, no somos el Reino Unido y no tenemos antigüedad, ni votamos todo como los suizos, pero si uno atiende a cómo se hacen las cosas aquí y en el resto de Europa, España no es ni de lejos la democracia más disfuncional del continente. Con sus virtudes y defectos, el sistema que se parió el 78 funciona, mejor en algunas cosas, peor en otras a nuestros vecinos, pero ya les gustaría a más de uno la plácida normalidad hispánica. Sólo mirad qué presidente gastan en Francia o Italia, el espantoso jaleo del sistema federal belga, el nivel depresivo del debate en Alemania o las excusas para invadir países (y reelegir al mentiroso) en Estados Unidos.
Resumiendo: por muy loables que sean los puntos de vista y las intenciones, el primer paso es no repetir tópicos y conocer el mundo en profundidad. El plural de anécdota no es datos, así que cualquier impresión subjetiva o documental no vale. Más allá de lo de acuerdo que estemos con la teoría (leed este enlace, los que preguntábais sobre el tema), debemos ir con pies de plomo al describir la realidad, siempre.
Sí, los datos. Hay algunas afirmaciones que se hacen desde la izquierda que no se sostienen una vez se contrastan con la realidad, y que deben dejar de utilizarse en los debates para justificar ciertos puntos de vista. No hablo de teorías económicas, hablo de realidades. Repasemos unas cuantas.
La primera, y que me pone excepcionalmente nervioso, es que las desigualdades a nivel planetario están aumentando. Bueno, pues no. Hay bastantes estudios que señalan de hecho lo contrario, que la brecha entre norte y sur se está reduciendo, y a velocidad considerable. ¿A qué se debe esto? Dos países: China y la India. Un tercio de la humanidad que solía ser pobre lleva un buen número de años creciendo a un ritmo extraordinario (7-9%) y eso está disminuyendo las desigualdades a nivel planetario.
Cierto, el crecimiento en esos dos países no es igualitario, pero la población lo está notando, y cada vez en mayor número. Sí, hay gente trabajando en fábricas en turnos espantosos, pero esos trabajadores están allí huyendo de una pobreza aún más espantosa en el campo. Siguen sin derechos sociales, cierto, pero están mejor que nunca habían estado, y si las cosas siguen igual, y la mano de obra se va haciendo escasa, no pasará mucho hasta que puedan reclamarlos.
También es verdad que hay un continente entero (África) que ni está ni se le espera en esto del crecimiento, y que no ven un gobierno estable y cierta prosperidad desde la época colonial, en muchos casos (hay países que son más pobres ahora que hace 70 años). Aún así, no podemos decir que el mundo entero es un lugar asqueroso, teniendo en cuenta que hay como mínimo un tercio de la humanidad creciendo furiosamente. (Y sin grandes transferencias de dinero ni ayuda al desarrollo, por cierto, más allá de la inversión directa. Si podemos hacer crecer la tarta mejor que repartirla...)
Hablando de crecimientos, otro bulo bastante extendido es de la creciente concentración empresarial. Triste decirlo, pero la concentración es ahora menor que en los años cincuenta en todas las economías desarrolladas, y seguirá disminuyendo. En las últimas décadas, un porcentaje cada vez mayor de la población, incluso en Estados Unidos, trabaja en pequeñas y medianas empresas, no en grandes conglomerados. Ver cosas como General Motors hace cuarenta o cincuenta años, empleando un millón de personas (casi un 2% de la población activa) es algo impensable ahora, tanto a nivel nacional como mundial (no, no hay nadie que emplee 120 millones de currelas. Dejadlo ya). El problema no es la concentración empresarial, es el progresivo aumento de las desigualdades sociales. Aunque parezca mentira, ambas cosas no están relacionadas.
Más allá de esto, el próximo que diga que España es una democracia de segunda, disfuncional, única en Europa en su cutrez o alguna cosa parecida se lleva un cachete. Vale, no somos el Reino Unido y no tenemos antigüedad, ni votamos todo como los suizos, pero si uno atiende a cómo se hacen las cosas aquí y en el resto de Europa, España no es ni de lejos la democracia más disfuncional del continente. Con sus virtudes y defectos, el sistema que se parió el 78 funciona, mejor en algunas cosas, peor en otras a nuestros vecinos, pero ya les gustaría a más de uno la plácida normalidad hispánica. Sólo mirad qué presidente gastan en Francia o Italia, el espantoso jaleo del sistema federal belga, el nivel depresivo del debate en Alemania o las excusas para invadir países (y reelegir al mentiroso) en Estados Unidos.
Resumiendo: por muy loables que sean los puntos de vista y las intenciones, el primer paso es no repetir tópicos y conocer el mundo en profundidad. El plural de anécdota no es datos, así que cualquier impresión subjetiva o documental no vale. Más allá de lo de acuerdo que estemos con la teoría (leed este enlace, los que preguntábais sobre el tema), debemos ir con pies de plomo al describir la realidad, siempre.